sábado, 19 de mayo de 2018

Macsura de la Mezquita-catedral de Córdoba



   La viajera pasea por la nave central de la primitiva Mezquita-catedral de Córdoba que conduce a la macsura; el espacio reservado para el califa y su séquito. Este amplio espacio no es habitual en las mezquitas pero aquí alcanza su máximo esplendor. Fue construido durante la segunda ampliación meridional realizada en el siglo X por orden del califa Alhaken II. Esta delimitado por arcos lobulados y abarca el mihrab, el Sabat y la Puerta del Tesoro, subdividido el espacio en tres zonas y todas ellas rematadas por una cúpula con lucernario que da luminosidad a la zona.

   La cúpula central tiene forma de concha profusamente decorada con riquísimos mosaicos, obra de artesanos bizantinos, y representa la cúpula celeste, símbolo del poder califal. En su momento este espacio estaba cerrado con celosías de madera para proteger y dar intimidad al califa.



   La viajera contempla la fachada del espléndido mihrab formada por un arco de herradura profusamente decorado con mosaicos de tradición bizantina y rodeada por un alfil con arcos lobulados. Los mosaicos del arco siguen una alternancia con motivos vegetales, y en el alfiz se encuentra motivos epigráficos, donde el protagonista es la escritura árabe.



   A los lados del mihrab se abren dos puertas bellamente decoradas. A la izquierda se encuentra la puerta del Tesoro que daba acceso a un espacio en donde se guardaban los objetos para el culto; a la derecha, la puerta del Sabat, por la cual accedía el califa a través de un pasadizo que conectaba la mezquita con el alcázar omeya. De esta forma, los gobernantes podían acudir a la oración sin ser vistos desde la calle y sin tener que atravesar parte de la sala de oración. Hasta entonces, los emires accedían por la puerta de los Visires (hoy, Puerta de San Esteban).



 Antes de llegar al mihrab y la macsura de la Mezquita árabe  se encuentra otro fantástico lucernario de la época de Alhaken II. El lucernario rodeado por pantallas de arcos lobulados y entrelazados, esta formado por ocho arcos que tienen la originalidad de no cruzarse en el medio, y que forman en su interior un octógono que se remata con una cúpula cubierta de mosaicos bizantinos. 





 El lucernario se encuentra en  la actual Capilla de Villaviciosa, amplia y espaciosa, en cuyo extremo hay un pequeño rosetón. En su día estuvo la primitiva Capilla Mayor levantada en el siglo XIII tras la reconquista de Córdoba. 

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