El buey destripado que se encuentra debajo de uno de los púlpitos que enmarcan el altar mayor tiene su leyenda. Juan Eslava Galan nos lo cuenta así: “el animal reventó del esfuerzo de tirar de un carro sobrecargado de piedras destinadas a la construcción de la catedral y el cabildo lo hizo esculpir bajo el púlpito como homenaje a su sacrificio.
La realidad es más prosaica: ese buey que vemos debajo del púlpito simboliza el evangelio de San Lucas (cuyo símbolo es un toro precisamente), y lo que parecen tripas son, en realidad, nubes: las nubes del cielo, que eximen al escultor de tallar un buey entero. El toro que simboliza al evangelista está precisamente en ese lugar, bajo el púlpito, para significar que el evangelio, la buena nueva, la palabra de Dios, se difunde desde el púlpito y resuena en el mundo con una voz potente y clara como el mugido de un buey.”
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