sábado, 21 de abril de 2018

Catedral de Toledo






    Desde el Mirador del Valle de Toledo la viajera descubre el perfil monumental de la soberbia catedral, en la que el arte gótico se hermana con estilos posteriores, entre palacios y templos diversos, sinagogas, mezquitas, el Alcázar, y todo el tesoro que abraza el río Tajo. Pedro A. de Alarcón, en 1883, en Viajes por España, escribe:  “La Catedral, sobre todo, es la urna cineraria de las grandezas españolas. Cada período de civilización ha grabado en ella su nombre: cada generación ha dejado el polvo de sus héroes.— Crúzase con melancólico orgullo aquel museo en que todos nuestros artistas han labrado una columna, colgado un cuadro ó tallado un santo de madera; donde cada conquistador ha depositado las banderas de su ejército y los trofeos tomados al ejército vencido; donde los Reyes han buscado sepultura, así como los poetas y los poderosos; donde uno dejó sus alhajas, otro su librería, este su espada y su armadura, aquel las obras de su ingenio. Parece la Catedral, considerada de este modo, una matrona antiquísima, una venerable abuela, á la cual cada uno ha contado sus tristezas, confiado sus secretos, legado su gloria, pedido consejo en la desgracia y debido una oración en la hora de la muerte. 



Allí duermen Enrique de Trastamara, el rey fratricida; allí los Santos y los Arzobispos que guerrearon contra los moros; allí los mismos arquitectos que sucesivamente, durante muchos siglos, fueron construyendo la Catedral; allí don Alvaro de Luna, el soberbio enemigo del feudalismo, y D. Enrique III el Doliente, y D. Juan I, y famosas Reinas, y Capitanes, y Prelados, y damas hermosísimas, que reinaron en famosos torneos; allí están las banderas cogidas á los agarenos en cien batallas, y las perlas y los diamantes acumulados por los judíos, y los frescos de Jordán, y las esculturas de Berruguete, y verjas de cien autores, todas de un mérito asombroso , y mil reliquias, mil ex-votos, mil preciosidades auténticas, históricas, paleográficas, artísticas....



Lo repetimos: la Catedral es un museo, un archivo, una biblioteca inmensa, donde el artista, el poeta, el arqueólogo, el historiador, todos los que aman lo pasado, encontrarán inagotables tesoros.


Pues si la consideramos ya como edificio, como obra de arquitectura, como templo gótico, ¡qué nuevas maravillas, qué riqueza, que grandiosidad, qué excelsitud!....

Allí está toda la historia del estilo gótico, desde el godo, anterior á la invasión de los bárbaros, hasta el gracioso y puro del siglo XIII. Allí hay portadas más bellas que las de Nuestra Señora de París y que las elegantísimas de las catedrales de Burgos y Sevilla; allí atrevidas bóvedas, vistosos rosetones, aéreos doseletes, casetones cuajados de estatuas en miniatura; vidrieras de colores que filtran dulcemente la luz del cielo, y mil y mil molduras y archivoltas que entretienen la vista y la imaginación por su interminable variedad....

La primitiva Iglesia fué fundada por San Eugenio, y sobre ella bordaron los Moros una gran Mezquita. Reconquistada la Ciudad, San Fernando no quiso que en la Catedral toledana hubiese ni tan siquiera huellas de los Infieles, y la destruyó hasta los cimientos, poniendo en aquel mismo sitio la primera piedra del templo actual. Doscientos cincuenta años se tardó en construirlo, y todavía hoy se sigue trabajando en pormenores de ornamentación....”

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