miércoles, 24 de enero de 2018

Plaza del Duomo de Pisa


    La viajera entra al impresionante conjunto arquitectónico de la Plaza del Duomo de Pisa desde un lado de la muralla, repleta de tiendas y vendedores ambulantes. Es de estilo románico-pisano, ejecutado entre los siglos XI y XII: en primer término el baptisterio, seguidamente la catedral y al fondo la torre inclinada rodeada de turistas haciéndose la famosa foto fingiendo sujetar la Torre. Observa el exterior de la rotonda del baptisterio cubierta de gótico encaje y la fachada principal de la catedral que con sus cuatro galerías de esbeltas columnas y su remate triangular parece un templo griego.


  

   En la Plaza del Duomo, considerada como uno de los principales centros de arte medieval y declarada como Patrimonio de la Humanidad en 1987, destaca la famosa torre inclinada, el campanario de la catedral, separado de ella como era frecuente en la Italia medieval. El torreón sirvió para un famoso experimento realizado por Galileo: arrojando dos objetos, uno pesado y otro ligero, desde la torre se demostraba que ambos caían al suelo al mismo tiempo; pero de este célebre episodio solo existe una referencia que proporciona Vincenzo Viviani, discípulo y biógrafo de Galileo que no fue testigo directo del acontecimiento, sino que tuvo que escucharlo por boca de su maestro.

Su inclinación se debe a que gran parte de la ciudad se asiente sobre un terrero pantanoso. Don Vicente Blasco Ibáñez escribe: “Salta a primera vista lo estúpido de esa tradición que supone la torre de Pisa construida intencionadamente tal como es por su arquitecto Bonanus en el siglo XII. La arquitectura, ni antes ni ahora, juega tan audazmente con el centro de gravedad. Es el terreno el que ha cedido; y la prueba está en que la base de la torre se halla enterrada, y para entrar en ella hay que descender a un foso que la circuye. El suelo de Pisa es muy movedizo, tal vez por obra de esa transformación continua que le hace avanzar en el mar. No hay en toda Pisa un edificio que realmente se sostenga a plomo. El caudaloso Arno, que cruza el centro de la ciudad, reblandece con sus filtraciones este suelo, que se contrajo al sentir el peso de la torre, aunque tuvo la amabilidad de contenerse en el mismo instante que el esbelto monumento iniciaba su caída.”







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